domingo, 20 de abril de 2014

De ladrones... y sueños.

Acto primero: la denuncia.

Hace un año. Aproximadamente.

Fue una tarde noche de hace un año cuando casi me detiene la Guardia Civil de Aljaraque -cierto, los andaluces somos muy exagerados-. No os imagináis la cara de mi querido primo Jose (copiloto aquel día) cuando el patrol que conducía su compañero me cerró apresuradamente el paso para frenar mi "huida". Sí, la verdad es que tenía pinta de sospechoso de algo, no sé de qué, pero de algo... Porque sospechoso es el que corre por la noche por la zona de chalets de Bellavista, con pantalón de chandal del año 99, una camiseta más apropiada para "fiebre del sábado noche" que para otros menesteres y ... zapatillas de trekking.

Esa es la descripción que, imagino, algún vecino dio por teléfono al cuartel cuando me vio pasar corriendo por delante de su casa, fondón como estaba entonces (ahora sigo estándolo, pero menos) sin haber pasado por la peluquería y, joder, con zapatillas de trekking. Lo que no sé es por qué mi primo no me detuvo.

Un par de horas antes, uno de los protagonistas de esta historia, nos propuso a mi amigo Fran Maldonado y a mí, salir a correr. Teníamos ganas. Hacía varios días que Miguel Angel Campos andaba detrás de nosotros para hacer algo de deporte juntos. Si al hecho de que es un gran amigo nuestro desde hace ya al menos un par de años, sumamos que es un magnífico preparador físico, ya me diréis quién se puede negar a una oferta así. Es como si Beyoncé (mejorando lo presente...) te propone naufragar en una isla desierta repleta de comida. Pues mira, si hay comida, ¿por qué no? Bueno, que me voy del tema...

Acto segundo: el origen.

Dicho y hecho. Yo tenía tantas ganas de salir a correr como ropa poco adecuada para ello. Nunca les he preguntado a Migue y Fran qué pensaron de mí cuando me vieron aparecer con zapatillas de trekking. Lo que sí recuerdo es la primera pregunta de Migue de cara a establecer el plan de entrenamiento:

- "¿Cuánto hace que no corres, Mario?"
- "Años." Contesté.

Así que la pauta para comenzar consistió en correr diez minutos y caminar otros diez, con la particularidad de que ellos seguían corriendo, por lo que durante un intervalo de entre diez y veinte minutos, yo iría solo. Menos mal que a mi primo no le dio por encender las luces azules de emergencia del patrol. Tiene cojones. Y del día que casi reventamos corriendo al perro de Fran, hablaremos en otra ocasión. Merece un capítulo aparte.

Aquel día pasó. Y nos reímos mucho, como no. Y al día siguiente ya fui a comprar unas zapatillas en condiciones y ropa más apropiada para correr. Pudimos enganchar alguna que otra tarde juntos hasta la llegada del verano. Ahí ya cada uno intentó hacer lo que pudo. Yo tuve un parón de un mes y medio aproximadamente, para retomar seriamente el asunto un día de septiembre, cuando la báscula puso ante mis ojos una cifra peligrósamente cercana a los cien kilos. Ni me encontraba bien físicamente ni podía permitirme poner en riesgo mi salud por las mil excusas que tenemos siempre para no hacer nada de deporte.

Punto de inflexión. Ese fue el momento. Combiné dieta y ejercicio y conseguí ponerme en ochenta y nueve kilos y medio antes de las fiestas de Navidad. Lo que pasó durante las mismas creo que no concierne a nadie. Como a nadie le importa lo que ocurrió en la isla hasta que vinieron a rescatarnos a Beyoncé y a mi.

Acto tercero: "Sí, la vas a hacer..."

Y llegó enero. Y con él, otro de los protagonistas de esta historia. También llamado Miguel Angel (Pereira), tan grande como el primero pero mucho menos cuerdo -con cariño, ¿eh, Miguel?-. Recuerdo que coincidimos en un cumpleaños y fue la primera vez que me habló de su idea de poner en marcha un club de atletismo en Corrales. La verdad es que cuando me lo comentó por primera vez, no entendí bien la necesidad de crear un club... Pensé que sería suficiente con un grupo de whatsapp -Fran, ahora estás descojonado, "Y lo sabes"- pero aquello era fruto de mi corta visión en tantos aspectos y, como soy un tipo fácil, me convenció desde el minuto uno.

Era tal su pasión que no tardó nada en ponerlo en marcha junto a otros cuatro locos -Miguel Escobar, Alejandro Guil, Ezequiel Toledano y Antonio de los Santos, todos bajo la atenta mirada de Rafa Bueno y en un bar muy cercano a mi casa. Ahí se fundó el Club Deportivo Atletismo Corrales-. Recuerdo una frase en la puerta del colegio de nuestro querido Pepe -José Franco, mi amigo bético del alma- refiriéndose a Miguel A. Pereira: "Este es el que va a poner fino a todo Corrales". Y va camino de conseguirlo. Pepe, eres un visionario.

Y finalmente ocurrió. También en la puerta del colegio. Alguien habló de una media maratón, algo que para mi resultaba menos posible que la historia de Beyoncé, más que nada porque cualquiera sabe que es muy difícil naufragar en una isla desierta y encontrarla repleta de comida. Lo normal es que sólo haya cocoteros. Por esa razón ni presté atención y cuando alguien me preguntó, me cerré en banda y lo taché de loco. Pero entonces, Miguel me miró a los ojos y con una seguridad aplastante me "ordenó": "Sí, sí la vas a hacer, y yo la voy a hacer contigo desde el inicio ... y la vas a acabar.".

Acto cuarto: el desenlace.

Y así es como con tesón, entrenamiento y mucho apoyo, el pasado domingo 6 de abril, conseguí completar los 21 kilómetros y 97 metros de la III Media Maratón de Punta Umbría (2:15:51), con una sonrisa de oreja a oreja y unas sensaciones de "trabajo bien hecho" que nunca olvidaré.

Este es el relato de los hechos, en los que de casi pasar una noche en el calabozo con mi primo llevándome tila cada media hora, llegamos a correr una media maratón.

Agradecimientos.

Gracias, Miguel Angel Campos, por abrirnos los ojos y ponernos en bandeja aquella posibilidad de practicar deporte juntos ... Fue el inicio de todo. Antes de lo que piensas, lo repetiremos juntos.

Gracias, Jose, por no detenerme aquella noche. Ya sabes que es la segunda vez que "me sorprendes" -lo del arroz lo dejamos para otro día-, y siempre lo haces con una sonrisa. Sólo Dios sabe qué habría sido de mi si en lugar de Bellavista hubiese pasado en cualquier pueblecito estadounidense donde el Sheriff, antes de preguntar, te rompe los faros del coche y te denuncia por llevar las luces fundidas...

Gracias, Fran, por tu apoyo constante. Siempre ves un poco más allá que el resto, lo que nos empuja a muchos a confiar sin temor en nuestras posibilidades.

Gracias, Miguel Angel Pereira, por tu pasión y locura de runner, sin duda, el motor último y definitivo que hizo posible cruzar esa línea de meta con la sonrisa del que se sabe ganador, en una competición tan dura como la que supone pelear contra uno mismo.

Gracias, a tantos otros que me habéis apoyado desde el principio y que podrían hacer interminable este post. Gracias.

Un millón de gracias a todos ... Y hasta la próxima carrera, plagada de sueños reales, tantos, como ladrones imaginarios.


Fotografía: Mario Muñoz.

Fotografía: Rafa Bueno. 6 abril 2014, Media Maratón. Punta Umbría (Huelva).

No hay comentarios:

Publicar un comentario